domingo, 11 de julio de 2010

Sábado circular.

Una estación después alguien eligió bajarse.
Él tampoco pudo descubrir, entre sombras y rubores. El tiempo se le escapaba a medida que las manos le pedían algo por favor.
Ese tren estaba yendo y pasando; a donde ya nadie podía ayudar.
Y donde ahí se definía la oscuridad, se escondía un paquete fluorescente.


Enseguida, uno de los Bolwsons soltó una sonrisa.
- Bueno, si empezamos a reír todos, dejamos de bailar un poco.
- ¿Y quién te dijo que queremos dejar de bailar, insolente?
- Tu cara…



Mientras el reojo nos hacía escuchar esa situación, continué la caminata.
Del otro lado del viento, el pelo corto seducía al coiffeur.
- No importa como lo cortes, el pelo siempre va a hacer crecer al tiempo.


Otro pedazo de caminata después, lo visual quiso ser más asombroso que el cuento.
La hoja no estaba limitada, gracias a los artistas.
Dibujo, color, impresión, detalle por un lado.
Palabras, sentido, consecuencia literaria, ambigüedad, por el otro.


Por suerte para toda esta diatriba, pude llegar a mi casa.
Mientras la llave tardó en coincidir, yo pensaba en mi amanecer.
Bueno, hoy ya es domingo, volví a pensar.
Y ese mismo domingo me arremangó y se dispuso a masacrarme.
-¿Dispuso? Qué feo sonás, domingo.
Pero por suerte otra vez se apersonó el lunes del primer día de clase, con crayones y todo, y lo anuló en una maniobra.
- Color contra todo, puto!

3 comentarios:

Victoria dijo...

Está bien.
Me surge la pregunta de si te dedicás a algo relacionado con el diseño.

rainbow bebi dijo...

para mi q no hay q dejar de bailar...

Bolwsons mala onda

rita

Anónimo dijo...

Temo sonar reiterativo, pero:

eh?