Anoche fuimos con Poli a ver Muse. Terminó antes de las 12. Todo muy relajado, muy prolijo y con varios kilowatts de música en cada cerebro.
Nuestro destino era un billete de $10 cada uno.
Volvemos en bondi, coincidimos. Teníamos muchas opciones. Kioscos abiertos, jueves a la noche, y encima pleno Corrientes.
Las monedas son difíciles, pero mucho estaba a favor.
Primer kiosco. Muy gentilmente, compramos por $3, pedimos que el vuelto sea de 2 monedas de $1, pero
no, nada de cambio flaco.Segundo kiosco. La escena se repite, pero el kiosquer de turno con algo más de malhumor.
Burger,
ahí conseguimos seguro.
El plan era: pagar cada uno con sus $10 y recibir $6 de vuelto (billete de $5 + $1= moneda asegurada)
La empleada se hace la desentendida, nos cobra las dos hamburguesas de un mismo billete, nos da el vuelto (billete de $2) y atiende al siguiente.
Pintados al óleo.
Mucha bronca, pocas monedas y una hamburguesa con queso por la mitad.
Tercer kiosco.
Ya está. Tenemos un billete de $2. Con cualquier compra que nos devuelva monedas, estamos bien.Un chupetín. Un
no flaco y una cara brava a cambio.
Con Poli coincidimos en que algo turbio hay. Hay un mercado negro, una mafia en donde las monedas son más caras que la denominación PESO propiamente dicha.
Locutorio. Solución.
Te llamo y atendeme. $0,23 y dos boletos de colectivo de vuelto.
No, $2 me matás. ¿No tenés $5, $10? Obvio que no.
Bueno, me lo debés.Mientras andábamos, no podíamos entender. La ciudad no nos quería dar monedas.
Bar cerrando. Ya está, un mozo buena onda nos va a cambiar monedas de su propina.
Una escena muy Tarantino hizo que me retire un tanto asustado. Fonda cerrando, adicionista con un pucho en la boca, mozo levantando sillas y cocinero barriendo.
Ante la insistencia y, como si hubiera quebrado algún código, los tres me repiten:
No, monedas no.
Último kiosco. Nos atienden, pedimos dos caramelos de miel. Un producto noble, inocente, con poderes curativos.
Combinamos esa simbología del caramelo de miel con un poco de tos.
Imposible que nos diga que no ante semejante pedido caritativo.
Al fin. Nos da las putas monedas y corrimos un 59.
Gracias señor kiosquero, usted no sabe lo que significó ese vuelto para nosotros.